Las producciones limpias son la integración de dos procesos, la fertilización orgánica y el control biológico, y se busca obtener cosechas con mínimos de trazas químicas, logrando una reducción de la huella de contaminación e iniciar un proceso de resiliencia en los suelos y ecosistemas agrícolas aumentando la biodiversidad de organismos benéficos.
La fertilización orgánica consiste en agregar fuentes nutritivas a la planta y/o al suelo, producidas a bases de materiales 100% naturales. Existen diversidad de fuentes, como restos de cosechas, vida marina, estiércoles diversos, humus de lombriz, entre otros.
Con esto se fortalece la microbiología del suelo, se aporta materia orgánica, se aportan nutrientes, se estimula la actividad de las plantas y del ecosistema, se reduce la contaminación química sintética y se obtiene más sabor en las cosechas.
El control biológico, es la producción y suelta en masa de enemigos naturales como parasitoides y depredadores, para combatir patógenos en los cultivos de una manera respetuosa y amigable con el medio ambiente.
Para realizar un control biológico hay varias formas, desde insectos que atacan estados larvales de otros grupos de insectos y el uso de microorganismos que infectan y consumen a los patógenos, siendo esta ultima la más eficaz para el control poblacionales, dado que tiene un fácil transporte, aplicación y proliferación.
Entonces se puede decir que con estos dos procesos se construye un sistema holístico de gestión de la producción que fomenta y mejora la salud de agroecosistema, y en particular la biodiversidad, los ciclos biológicos, y la actividad biológica del suelo. Con esto se disminuye la contaminación, se preserva la calidad de los alimentos y se protege el medio ambiente.